Una pequeña gota en el océano no comprende que forma parte de una inmensidad. Todo es agua. El agua sube y baja. Inhala y exhala como nuestra respiración. Se deja llevar en un mar de emociones.

El agua en nuestros cuerpos se hace sangre, que corre por nuestras venas. Siempre avanzando, sin saber que hay adelante, sin descanso, sin fin. Una y otra vez. Solo se abre camino impulsada por la fuerza del corazón que late.

Agua que se convierte en el primer signo de vida. Latidos.

El primer sonido que percibimos desde el cuerpo de nuestras madres. Al percibirlos tomamos conocimiento de nuestra existencia y avanzamos hacia lo desconocido, hacia el abismo, hacia el mar de emociones.

Emociones que fluctúan. Tristeza. Alegría. Rencor. Gratitud. Todas las emociones pasan por nuestra sangre y se guardan en la memoria de nuestros corazones.

El corazón sabe cuál es el camino recto, hacia donde nos debe impulsar. Solo que la gota de agua no lo sabe, y experimenta. A veces avanza lenta y linealmente. A veces en un torbellino.

Al avanzar, profundizamos en ese océano de vida por conocer. A pesar de que, en su profundidad, no podamos ver. Todo sea borroso, oscuro y frio. Presentimos el peligro y la muerte. El silencio. Sin embargo, en eso desconocido algo nos moviliza y nos atrae. Como si supiéramos que ya estuvimos allí. Pero no lo recordamos.

 

Hay algo de familiar en esa oscuridad de noche, de sueños y estrellas. El momento en el cual los enamorados susurran y observan la luna. Se sienten vivos fusionándose. Adentrándose en sus mundos.

Porque el deseo allí es claro. Solo se siente. Late. Vive. Ama. En ese amor ya no existe el miedo, el abismo. Solo la fuerza de vida que se expande y se manifiesta, creando. Haciéndose fuego. En una continua danza de opuestos. De extremos. De yin y Yang que se complementan. Que son lo mismo en su esencia.

Porque el uno contiene al otro y recrea la vida. Que solo vive. Se abre paso.

El conocer el sentido de la existencia, pero necesitar de un cuerpo para vivirla. Un cuerpo que la desconoce, pero que se moviliza fervientemente para experimentarla en todos sus sentidos.

Agua. Vida. Amor y sentido.

 

 

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Un Saludo
Carmen, Asesora profesional de Feng Shui.

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