Con fuerza se abre paso y su rugido entra por las rendijas. El viento es como la mente. No podemos ver nuestros pensamientos y sin embargo todo lo penetran, formando nuestra realidad.

Aquello que sentimos tan real solo lo es en nuestra mente. El viento son las ideas, los viajeros y los lugares lejanos. Aquello omnipresente. Lo que nos permea y da forma.

El viento va de acá para allá, y no sabemos adonde nos llevará o que nos traerá. Comunica, irrumpe violento como huracán y nos vuela, o nos acaricia con dulzura.

Inestable, disperso, inquieto, puede cobrar altura y llegar al cielo. Desde allí traerá información desde planos superiores.

Al concentrarse golpea firme, en un flujo único que puede movilizarnos.

Fuerte en la primavera, dispersa las semillas que conquistarán nuevas tierras y darán vida.

Al soplar sobre la superficie del lago lo mueve, en un oleaje que puede ser calmo o violento.

El lago es profundo, y en su aparente calma de superficie esconde corrientes internas.

Movilizado por las emociones en su superficie las refleja.

Agua contenida en limites precisos, para no desbordar. Concentrada.

Recibe con tranquilidad a los ríos y arroyos que lo alimentan, y a su vez puede dar origen a otros ríos y arroyos, ya que en su máxima cualidad Yin comprendió lo que es el equilibrio entre el dar y el recibir.

Por sobre el lago el viento mueve la superficie del agua. Así se manifiestan los efectos visibles de lo invisible.

El viento es nuestra mente, que da forma a nuestra realidad. El lago son nuestras emociones profundas, que buscan ser comprendidas. Cuando ambas están en equilibrio, y el viento sopla suave sobre la superficie del lago, no se observan olas y el agua se aclara. Solo así podemos ver en profundidad y comprender.

Solo en equilibrio encontramos la verdad.

¡ Gracias por compartir !


Un Saludo
Carmen, Asesora profesional de Feng Shui.

¿Te gustaría realizar una consulta de Feng Shui para tu hogar?
¡Comunícate conmigo!